lunes, 20 de abril de 2015

Por la Ribeira Sacra en Sport 1430

El pasado domingo, el Autoclásico Ribeira Sacra convocó su tercera reunión anual que discurrió por tierras lucenses dentro de su reivindicación para que la zona natural protegida denominada 'Ribeira Sacra' sea declarada Patromonio de la Humanidad.


Foto: FERNANDO CRESPO

En esta ocasión la fecha me cuadraba bien de acuerdo a mis turnos laborales, y no perdí la oportunidad de asistir con mi Sport 1430, acompañado esta vez por mis 'dos chicas', aprovechando dicho evento para escaparnos un fin de semana hasta la vecina Comunidad Gallega y disfrutar de un par de días de relax.


¡Ojo a las muñecas! Son una 'Nancy' y una 'Lesly' originales de 1978, del mismo año del coche... también eran 'clásicas'


Salimos de Oviedo el sábado por la mañana entre nubes y claros, con el propósito de realizar ruta en autopista hasta Hospital de Órbigo para después en Astorga enlazar con la N-VI hasta Ponferrada, y, una vez allí, tomar la N-120 hasta Monforte de Lemos, parada y fonda de esa noche.

En Hospital de Órbigo, con el puente romano al fondo


La primera hora y media del viaje rodamos con sol y temperatura más que benigna según íbamos avanzando hacia el Sur. Pero una vez abandonada la autopista en Hospital de Órbigo donde hicimos (132 Km) la primera parada del viaje para estirar un poco las piernas, tomar un café y descansar un poco, hacia el Oeste adonde nos dirigíamos por la N-VI, el horizonte se iba tiñendo cada vez más amenezador de un gris plomizo casi negro. Pareceía que íbamos a meternos en la boca del lobo, en medio de una tremenda borrasca. Recordé el  viaje que realicé hace unos años precisamente por esa zona, desde Oviedo hasta Aveiro atravesando el Miño en Ferry y que tuve que abortar al tercer día tras el mal tiempo, ser víctima de un robo, y algunas leves pero muy molestas averías mecánicas en mi Seat 1200 Sport. '¿Será que tengo alguna clase de maldición hacia esta ruta?' me preguntaba yo... Y es que realmente me había quedado con las ganas ese año de volver a retomar ese mismo recorrido, en parte por quitarme un poco la espina, pero también por haberme parecido una ruta de una belleza incomparable en la zona de la Ribeira Sacra, con esas curvas y pasajes continuos atravesando a uno y otro lado el Río Sil a través del Cañón de su mismo nombre.








Los peores presagios parecieron darse cita nada más alcanzar Astorga, con unas rachas de fuerte lluvia, aunque intermitentes y racheadas. Extrañamente, tras un par de minutos de fuerte chubasco, aparecían claros en el Cielo y el Sol obligaba nuevamente a ponerme gafas ahumadas para no sentir la molestia de la claridad... realmente el clima parecía majadero... y del sol pasamos al granizo, que nos visitó subiendo el Puerto del Manzanal, entre Astorga y Ponferrada. Temiéndome lo peor, y comenzando a asumir que esa ruta estaba gafada para mí, descendimos poco a poco entre la niebla de las estribaciones del Manzanal y entre lluvia fina alcanzamos Ponferrada. En este punto el cielo comenzó a llenarse de retazos azules y los cúmulos dejaron de mostrar ese amenazador tono plomizo para convertirse en loque parecían gigantescas nubes de algodón de azúcar, desapareciendo la lluvia y siguiendo en esa tesitura el resto del viaje, para nuestra satisfacción.



Poco después de Ponferrada, y una vez atravesado el túnel que separa León de Orense, el paisaje y la ruta en este punto comienza a destacarse con todo su esplendor. La carretera (N-120) va discurriendo entre curvas y contracurvas, subidas y bajadas, a veces paralela al río Sil y cruzándolo por encima de numerosos puentes, haciendo este recorrido uno de los más bonitos para hacer un viaje tranquilo en Clásico sin tener por ello que sufrir las penalidades de una carretera tercermundista.

Al pie del Sil






Sin contratiempos ni agobis alcanzamos Monforte de Lemos a media tarde, haciendo check-in en el Hotel Rural en el que habíamos reservado para esa noche, tomándonos un descanso, y bajando posteriormente a explorar la bonita ciudad.

Al día siguiente nos dispusimos a acudir al Parque Cerrado de la concentración de clásicos,. donde, tras una impecable organización, nos dimos cita más de 130 coches clásicos de toda índole y variedad, haciendo el espectáculo más colorido, si cabe.


Tras una ruta de unos 50 Km  por la Ribeira Sacra bordeando el Sil, estacionamos los coches en la impresionante Plaza de la Compañía, a pie del denominado 'El Escorial Gallego'. Tras la comida de rigor (¡unos 300 comensales!) me cupo la sorpresa de llevarme el premio al coche más lejano que acudió al evento.

El Sil a su paso por la Ribeira Sacra, entre Monforte y Orense



Plaza de la Compañía, Monforte de Lemos

Con el compañero y amigo 'Manolín Viejesglories'
Foto: FERNANDO CRESPO
Recogiendo el Premio al Vehículo más lejano (Foto: FERNANDO CRESPO)


 El viaje de vuelta lo hicimos nuevamente por el mismo camino, saliendo de Monforte de Lemos sobre las 17:00 horas y llegando a nuestro destino al filo de las 23:00, con paradas incluidas para repostar, descansar y cenar, claro...



En definitiva: una jornada muy agradable y para recordar. ¿El único inconveniente? Pues que el pobre Sport 1430 se quedó hecho un asco del viaje, lleno de suciedad en el exterior. Así que al otro día por la mañana le obsequié con un merecido autolavado con espuma y cera. Es lo menos que podía darle después de recorrer la friolera de más de 800 Km en dos días sin la más mínima queja.



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