Un mes exacto después del
memorable encuentro en Terrassa con los magníficos de INDUCAR, he tenido el placer de volver a vivir otra
jornada inolvidable en esta visita a Lugo.
500 Km de diversión a bordo de
mi Sport 1430 por carreteras secundarias a través de parajes bellísimos, volver
a ver a compañeros de afición y conocer personalmente nuevos, compartir
charla, material y volante con uno de los más prestigiosos historiadores del
automóvil (amén de bellísima persona)… ¿qué más se puede pedir?
El viaje, sin embargo y para ser honesto, no comenzó nada
bien. El día anterior, después de haber estado madrugando toda la semana debido
a mis turnos laborales, y por causa de unos problemas de índole personal y que
nada tienen que ver con la temática de este blog, no pude apenas pegar ojo
durante la noche y, aquejado de un horrible insomnio tras no poder dejar de
‘darle vueltas al tarro’ me vi obligado a tomar un somnífero para poder
abandonarme a las bondades de unas escasas horas de necesario sueño reparador.
Cuando el odioso despertador tronó su mísera cantinela, un vistazo a través de
la ventana me mostró la crudeza de un amanecer invernal en todo su apogeo, con
un devastador cielo plomizo y unos chubascos de intensidad tal que invitaban a zambullirse de nuevo entre las sábanas y dar
carpetazo al viaje.
No podía ser así, por cuanto había ya comprometido mi presencia con varias
personas, y me parecía muy poco elegante el cancelar la visita aduciendo un
mero bajón de ánimo. ‘Show must go on’ pensé, y desperezándome poco a poco me
encaminé hacia el garaje donde mi fiel Sport 1430 parecía desafiarme a
emprender el viaje como siempre lo hago: con energía y entusiasmo. Bueno, al
menos había parado de llover…
Con 50739
Km en el odómetro iniciamos la singladura. Hasta ese momento
no tenía decidida la ruta a seguir (es decir, como en mí es habitual cuando me
dispongo a viajar con alguno de mis SEAT). Dadas las circunstancias, con un
viaje que se me antojaba en esos momentos más por obligación que por voluntad,
enfilo la autopista (¿herejía?) para acto seguido unas decenas de km más
adelante dar paso a la voz de los sentimientos y abandonar la A-63 y comenzar a rodar como
dictan los cánones de los amantes de los coches clásicos: a la mierda la vía
rápida, vamos por la N-634,
ea!!!
En breve la nieve comienza a hacer acto de presencia, la
cual se iría a convertir en un compañero durante buena parte del viaje. Algunas caravanas con camiones enlazados en el tramo final del Alto de La Espina me vinieron a recordar que este viaje no
comenzaba nada bien, y así había que tragarlo.
Una hora después abandonábamos
la nieve para llegar a la orilla del Cantábrico. Es lo que tiene una tierra
como Asturias, que en cuestión de un instante puedes estar haciendo esquí en la
montaña e irte luego a tomarte el vermut a la playa…
En fin, la verdad es que
la ruta no era rectilínea sino que me propuse dar un rodeo para visitar, en
Navia, a Talleres Casia, quienes tienen a la venta
un excelente ejemplar deSport 1430 (ver esta entrada del blog) y con quien había concertado visita un
par de días antes. Lamentablemente cuando llegué al concesionario la chica que
atendía en recepción se hallaba sola en esos momentos y no tenía posibilidad de
dejar sin atender dicha recepción para bajar hasta el lugar donde se hallaba el
coche. Yo tampoco tenía ni la posibilidad de esperar a que llegase el dueño ni
ganas de hacerlo, así que muy a mi pesar decidí continuar el viaje y dejar la
visita para otra ocasión en la que los Dioses me fuesen más propicios que en
este presente viaje. Al fin y a la postre, también había tenido que cancelar
una escapada, dentro de este mismo viaje, a Coruña para ver en directo
la carnicería de Anxo, Ruper, Suso y Nacho.
Pasamos a la vera de la Ría del Eo (bellísima) y aprovechando que es
mediodía, hago un alto en el camino y me dispongo a telefonear a mi mujer. Al otro
lado de la línea me recibe una voz quejumbrosa y ajada, contándome que se ha
puesto enferma repentinamente y que se siente fatal… Joder, doy la vuelta ahora mismo, le digo.
No, no, de ninguna manera, no pasa nada, tú sigue, insiste ella. Después de intentar
una nueva negociación me doy por vencido y le doy la victoria a ella (como
siempre…) y muy a mi pesar continúo lo que comienza a pesarme ya como un aciago
viaje.
A partir de aquí las cosas cambiarían totalmente. El tiempo
atmosférico comenzaría a tornarse primaveral (o, al menos, no representativo de
febrero), las carreteras me las encontraría despejadas de tráfico y óptimas
para circular en clásico, mi esposa telefonearía a mitad de la tarde para
comunicarme que se encontraba bien, y en general todo lo planificado volvía a colorear de rosa. El viaje volvió a
cambiar de ‘Modo Obligado’ a ‘Modo disfrute’
Llego a Lugo a eso de las 14:00 para encontrarme con el
compañero del foro ‘Pablito16v’, a quien no conozco en persona y cuyo Sport
1430 tampoco había visto en vivo. Aprovechando la ocasión he quedado también
con Rubén Abelaira, un excelente aficionado a los clásicos a quien conozco
desde hace una década y con quien comparto mesa y comida esa mañana. El Sport
1430 de Pablo luce genial. Nos damos una pequeña vuelta en él y nos hacemos los
tres una fotografía para recordar la ocasión. Un placer conocer a Pablo en
persona. Lástima de tener poco tiempo disponible, pero ya sabemos que eso va a
arreglarse pronto…
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Rubén Abelaira, Mhruxy, Pablito16v |
Tras la opípara comida y el excelente café etíope servido
por Pablo (me da que es un excelente barista…) toca ahora entrevistarse con
toda una eminencia y personalidad dentro de los historiadores del automóvil
españoles: ni más ni menos que el gran ramón Roca Maseda, con quien me he
citado en su propia casa lucense y quien puso a mi disposición toda su amabilidad (que no es
poca) y toda su colección de material gráfico (impresionante) de la que yo
copié concienzudamente varios reportajes sobre nuestros queridos SEAT 1200/1430
Sport, tanto en revistas nacionales como en alguna extranjera.
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Ramón Roca con el nº 1 de LÀutoJournal !!!!! |
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Un minúsculo fragmento del apabullante archivo hemerográfico de Ramón Roca |
La guinda del
pastel, no obstante, fue el permitirme reproducir ni más ni menos que uno de
los dossieres de prensa que SEAT entregaba a los medios de comunicación durante
la presentación del coche a la prensa, en diciembre de 1975. ¡Nunca había visto
uno con mis propios ojos!
El sitio ideal para guardarlo, por supuesto, es una de las
carpetas también originales que SEAT entregaba en esa presentación, y que tengo
el privilegio de poseer gracias a la amabilidad de un tal Antoni Amat, quien me
la regaló el mes pasado durante mi estancia en Terrassa.
Durante la visita al gran Ramón Roca, apareció por allí
(supongo que no por casualidad…) otro excelente aficionado a quien no tenía el
gusto de conocer: Santi (amigo también de Rubén Abelaira) Tras las
presentaciones de rigor vendría la consabida tertulia y el inevitable
intercambio de números de teléfono. Y como broche final, Ramón no se contuvo y
quiso ver en vivo mi SEAT 1430 Sport que yo había aparcado en la calle
adyacente a su portal. Allí nos fuimos tres a darnos un paseo en él, enfilando
carretera abierta tras salir del casco urbano lucense. Paramos en una
gasolinera a intercambiar asientos y hacernos las fotos para la posteridad,
teniendo el que aquí escribe la alegría de ver mi unidad de 1430 Sport ser
conducida por el gran Ramón Roca de vuelta a su domicilio.
Tras las despedidas, y comenzando ya a caer la tarde, decido
contactar con mi casa para saber cómo estaban las cosas por allí. Una vez
totalmente tranquilizado por la situación normal que allá se daba y ante las
insistentes negativas de que no diese la vuelta en regresar esa misma tarde,
decido quedarme a dormir allí mismo en Lugo Capital tras buscar un hotel
céntrico y barato.
A la mañana siguiente decido volver a Asturias por una ruta
diferente y más exigente: Lugo – Fonsagrada – Grandas de Salime – Cornellana –
Oviedo, atravesando el Alto del Acebo y el Puerto del Palo. No fue tarea fácil;
la nieve comenzó a hacer acto de presencia ya bastante antes de llegar a Fonsagrada.
Tras una parada en esa localidad para estirar las piernas y tomar un café,
aproveché para preguntar la transitabilidad de la carretera que discurría por
el Alto del Acebo, asegurándome que aunque estaba totalmente el paisaje
tapizado de nieve, la carretera estaba despejada. Cierto, así fue, y aunque con
precaución, logré ascender El Acebo sin problemas.
El descenso hacia Grandas de
Salime se hace por una carretera sinuosa y virada a través de un paisaje
bellísimo que fácilmente podría llamarse ‘El Bosque Encantado’. Más adelante se
bordea un embalse que aún conserva en sus inmediaciones, colgados sobre la
presa, las antiguas construcciones que sirvieron para levantar el embalse y que
se asemejan fantasmagóricas en la ladera.
Faltaba ahora la parte más comprometida del trayecto: el
ascenso al Puerto del Palo. Aquí el viento y la nieve fueron más impetuosos que
en el Acebo, hasta el punto que ya a un km de coronar El Palo, la capa de nieve
a ambos lados de la calzada era más alta que el coche!!!! Justo tras coronar el puerto me crucé con la quitanieves
haciendo su trabajo.
El resto del viaje transcurrió plácidamente sin especiales
cosas que reseñar, aparte del escaso tráfico (para mi deleite) y los bonitos
paisajes que iba atravesando hasta llegar nuevamente a la placidez del garaje,
con 51246 Km
en el marcador. Un total de 507
Km de puro placer.